Ha comenzado la pelea electoral a partir de la designación de la Senadora Cristina Fernández como candidata a presidente por el Frente para la Victoria. A partir de ahora y hasta las elecciones presidenciales de Octubre, no va a ser extraño que se empiece a dar a la luz hechos que anteriormente se mantenían en la oscuridad. Tal es el caso del escándalo que se produjo en el Ministerio de Economía: el Diario Perfil publicó una nota en donde se afirmaba que se encontró una bolsa con 241 mil dólares en el placard del baño de Felisa Miceli tras una inspección de la Policía Federal. Ante esta acusación, la ministra, tras doce días de silencio, decidió cambiar su estrategia y responderle a tres reconocidos diarios(Clarín, La Nación y Página 12, aunque no a Perfil). Según sus propias declaraciones, el monto era de 60 mil dólares, no era suyo sino que le había sido prestado por su hermano y supuestamente aquel dinero iba a ser utilizado para la compra de una propiedad, la cual todavía no se sabe cuál es. Para el gobierno estas explicaciones son suficientes, sin embargo ya se esta llevando adelante una investigación judicial. En declaraciones a Clarín, Alberto Fernández sospecha que haya algún tipo de campaña sucia para perjudicar la candidatura de Cristina. Otro de los rumores que trascendieron en la prensa es que algún otro funcionario del gobierno(se habla de Julio de Vido) estaría queriendo apoderarse del puesto que ocupa la funcionaria. Por lo pronto, un nuevo caso de corrupción vuelve a conocerse en época de elecciones-recordemos el caso Skanska-, y es interesante preguntarnos nosotros los periodistas, por qué hubo tanto silencio en los meses anteriores. ¿O acaso, los hechos de corrupción ocurren siempre al final de los mandatos?
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