Ayer se cumplió un año, y López no aparece. Pero más allá de lo que escribí en mi artículo en TodasTusCosas, tengo la sensación de que a la mayoría de los ciudadanos no está dispuesto a exigir la aparición del testigo clave.
Hoy en día el gobierno nacional cuenta con un poderoso apoyo del electorado. A primera vista ningún opositor de los llamados fuertes termina de convencer como alternativa: Elisa Carrió plantea una alianza, pero totalmente alejada de cualquier estructura política y con ideas dispares(uniendo "socialistas" con peronistas-nacionalistas-, radicales-liberales-, López Murphy, el ARI, que quiere decir para aquellos que no lo sepan Afirmación República Igualitaria, en ese sentido es socialista, pero también está con Murphy). Lavagna es un técnico respetado, que se alió al radicalismo y cuenta con el apoyo de los Duhaldistas, por lo que su soporte ya lo conocemos y no representan justamente un paso al frente sino una vuelta al caudillismo peronista y radical. El PJ disidente está aliado con Menem con lo que ellos significa y Sobisch carga aún con la muerte de Fuentealba.
La izquierda se presenta en seis listas diferentes. Su fuerza está muy debilitada por que gran porcentaje de votos de la centroizquierda irán con el oficialismo y con Carrió, por lo que su fragmentación para nada colabora con expectativas de triunfo. La extrema derecha reivindica el terrorismo de estado, y por el momento continuará siendo un expectador de cara al futuro.
Ahora bien, ante este panorama desolador que se nos presenta de cara a octubre, podemos reflexionar sobre el caso López. El testigo fue desprotegido mostrando una inoperancia absoluta y además su búsqueda a resultado infructuosa. Gracias a vivir en una democracia capitalista, nos hemos podido enterar por los medios del desgraciado evento. Y esto también es un límite a la libertad de expresión, sumado a un acto de total impunidad.
Los actores que en el pasado se movían entre las sombras, hoy en día lo siguen haciendo. O lo que es peor, desde sus casas en prisiones domiciliarias, o más grave aún, desde penales con libertades que no se le conceden a otros presos. Y aún así, no parece importarnos demasiado. Es la democracia la que está en juego, pero nos preocupa más nuestro bolsillo. Es la democracia la que está en juego, y nos preocupa la inseguridad. Creo que no entendimos el mensaje, y volvemos a mirar para otro lado, una vez más.
miércoles, 19 de septiembre de 2007
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