lunes, 9 de junio de 2008

El café también lo inventaron los norteamericanos

La gigante ya tiene la capucha puesta, pero igual contagia





Hay una especie de que se yo en Buenos Aires, ese aroma bien porteño de los cafes donde alguna vez la gente se juntaba a discutir, conversar, escribir o simplemente a tomarse un buen café, o digamos, un café argentino. Ese que se yo sigue estando, pero de forma distinta: eso nos preguntamos quienes miramos con ojos desconfiados la llega de Starbucks a la Argentina.

"Todavía no fui a Starbucks" me dijo mi novia con tono preocupado. TODAVÍA, eso quiere decir que yo también ya voy a ir y me veo inserto en este proceso. Esta cafetería es antes que nada una gigante trasnacional, una de las que faltaban por venir y ahora se aprestan a pegar el gran salto en suelo argento.

Quizás lo que más me preocupa es como me han estado hablando de este lugar. Ese café riquísimo, imperdible, de distintos sabores, hmmmm, y eso que todavía no llegaron las Dounats o que se yo como se escribirá!(fijate que ya ahora no abro más signos de admiración). No lo sé, quien dice que esta empresa fracase(¿?) o quizás sea una más, total, ¿cuántas vamos? Lo cierto es que este era un rubro aún "virgen", pero le tocará al café también sufrir la penetración de esa gran cosa llamada capitalismo. ¡Y a comerla! O mejor dicho, a beberla, porque Starbucks ya es una realidad, ya están entre nosotros. Que se vayan, a menos que ocurra un milagro, va a ser muy difícil.

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